La práctica de la medicina es una vocación sumamente compleja y en pediatría se manifiesta en mayor medida debido a las diferencias fisiológicas que presentan los pacientes por la fragilidad y la falta de desarrollo de su cuerpo.
El avance en técnicas de diagnóstico y terapéuticas, junto con las innovaciones en el equipamiento y los protocolos de atención generan múltiples beneficios, aunque también implican mayores riesgos para la seguridad de los pacientes.[1]
También sucede que, en algunos servicios, el número de niños que son asistidos constituyen solo un pequeño porcentaje del total de pacientes. Por lo que son reducidas las posibilidades de empleo de algunas técnicas, mientras que está demostrado que el conocimiento y las habilidades con el tiempo decaen sin la puesta en práctica.[2]
Actualmente, los niños representan un 26% de la población a nivel mundial, mientras que en nuestro país la población infantil hasta los 14 años representa un cuarto de nuestros habitantes (datos de INDEC y UNFPA[3]) que son atendidos en las más de 4.000 instituciones de salud que cuentan con la especialidad[4].
Tal como ha sucedido con otras actividades, como la aviación comercial, la minería, la energía nuclear o las fuerzas armadas, el área de la salud ha comenzado el camino para formar sus profesionales de una manera más eficiente a través de la simulación.
El objetivo más importante que se busca con esta técnica es darle continuidad a la práctica para adquirir una habilidad.
Otra de las ventajas que presenta la simulación es la posibilidad de enfrentarse situaciones poco comunes. Se pueden desarrollar actividades en equipos de trabajo interdisciplinarios, donde la comunicación es el factor esencial, reconocer diferentes casos y y ejercitar el razonamiento crítico bajo condiciones inusuales.
El énfasis en la implementación de estrategias que permitan garantizar la calidad de atención en salud de los niños desde el nacimiento está presente en políticas y programas como SUMAR o el PROSANE. Sin embargo, para alcanzar el éxito en este tipo de acciones es necesario que se le pueda sumar la formación adecuada del recurso humano que las implementa.
Algunos centros de referencia han sido los pioneros en sentar bases para el entrenamiento no solo de sus profesionales, sino también de los padres de los pequeños para poder brindarles cuidados y una primera atención.
Desde los últimos años hasta la actualidad existe un incremento en los recursos y soluciones integrales para facilitar este tipo de formación con simuladores neonatales y pediátricos. Esto debe inspirar y colaborar a que la formación a través del uso de herramientas de simulación en esta área apasionante se convierta en una prioridad, para poder garantizar calidad de atención y seguridad a los más pequeños.
[1] http://www.analesdepediatria.org/es-la-simulacion-pediatria-revolucion-formacion-articulo-S1695403310002158
[2] Barbara Aehhlert, Pediatric Advanced Life Support, 2007
[3] https://www.unfpa.org/es/data/world-population-dashboard
[4] https://sisa.msal.gov.ar/